sábado, 21 de abril de 2012

Segunda parte de clase 2: Quiroga, el buen tipo

Clase 2
Segunda parte
Horacio Quiroga
Una suerte de apuntalada mía

Un alumno comenta que le llaman la atención unas palabras bastante duras de J.L.Borges hacia la figura de Horacio Quiroga: "Horacio Quiroga es, en realidad, una superstición uruguaya. La invención de sus cuentos es mala, la emoción nula y la ejecución de una incomparable torpeza". La profe explica que ni él, ni Bioy lo veían con buenos ojos a Quiroga. Aunque hay que destacar que en la "Invención de Morel" se puede hallar una clara influencia de los cuentos del cine en aquél. Pero no hay que olvidar que Borges también había sido despiadado con Lugones, aunque escribe un libro sobre él con clara admiración. Para esto es interesante pensar en el campo intelectual que plantea Pierre Bourdieu. 

Otro compañero comenta que a Artl también lo trataban mal. Acá la profe aclara que, en verdad, Artl tenía mucho de creación porque era secretario de Güiraldes (quien le había cambiado el nombre a "La vida puerca" por "El juguete rabioso") y trabajaba en los principales diarios. Artl se crea una imagen que no coincidía con el sujeto. 

Por su parte, Ludmer trabaja la idea de esa división, que no era tan dura como se cree, entre los de boedo y los de florida, planteando que en los primeros se encontraba fuertemente la imagen de la costurerita de Carriego y en los segundos, la del malevo, ese hombre de arrabal borgeano.

Horacio Quiroga es uruguayo e hijo de un cónsul argentino, nació en Salto 1868 y se suicidó en 1937. Es un hombre que se encuentra muy marcado desde pequeño con la muerte y el suicidio. Se comenta, se dice, se sabe, se rumorea, que tuvo una relación con Alfonsina Storni que en un poema de ella se puede leer cómo, luego de un largo tiempo, al reencontrarse con él, se halla frente a un hombre más viejo y pequeño en "Hombre pequeñito". Esta es la primera vez en que la palabra de la mujer degrada al hombre, también es la primera vez que desea el cuerpo de un hombre en la escritura de "El tren".

Abelardo Casillo dixit: "Que no hay cuento de Quiroga donde el protagonista sea la muerte. Oto es el miedo. Otra la voluntad. El drama entre la transitoiredad del hombre y su búsqueda de un absoluto -el amor, un lugar en el mundo-, la fascinación y el horror de la muerte son los grandes temas de Quiroga."

Ya desde temprano concurre a las terturlias de Lugones y recorre el camino modernista.

1901 - primer libro: Los arrecifes de coral

1903 - Viaje con Lugones como fotógrafo a Misiones.

Publica cuentos de Terror en una revista de Borges y éste se espanta cuando Quiroga le exige que se le pague. Quiroga es el primero que lucha por una profesionalización del escritor.

Se casa con una alumnita de 16 años, mientras que él anda por los cuarenta. Se la lleva a Misiones en una chosa cerca de la casa de los suegros de su joven y padeciente mujer. Con ella tendrá dos hijos que criará duramente en la selva misionera hasta el punto de dejarlos solos en esa espesura o atarlos de precipicios para que se fortalezcan. Su esposa enfermará, Quiroga la abandona y la deja morir sola. Un buen tipo.

1916 muerte de la mujer.

1917 se publica "Cuentos de locura, amor y muerte" con el "Almohadón de plumas" (1907).

Los relatos de Quiroga pueden distinguirse en dos ambientes: los de la frontera, y los de la ciudad en donde se enmarcan los cuentos del cine que tienen un importante tinte fantástico. Acá demuestra como logra con sus relatos el efecto que provoca el cine en los espectadores, la impresión. Las mujeres que se presentarán en estos relatos son aquellas mujeres flacas casi tuberculosas relacionadas con lo vampírico. 


La muerte es el horror y la atracción, en las tribus que han mantenido sus tradiciones, hay un gran rechazo y temor hacia la cámara fotográfica, esto se puede rastrear en la obra de Benjamín y de Barthes. La fotografía capta eso que muere y el cine modela el modo de ver.


Sujeto descentralizado, según Benjamín, provoca que se priorice la moda y se descubra al Otro, al pobre, por ejemplo, que aparece en "Los ojos de los pobres" de Boudelaire. Pero a ese otro se lo descubre como acechante y peligroso, pues es el obrero que tiene en sus manos las herramientas de los grandes capitales. Aquí, según Foucault, empieza el género policial como texto aleccionador. En la modernidad al sujeto se le ha movido el suelo, todos los parámetros lo han dejado en ascuas.

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